Desde Bowser hasta Sephiroth
Publicado por Sergio García Esteban el 16/04/2025
Todos amamos al héroe, claro. El de la espada brillante, la melena al viento y el corazón puro (salvo si llevas gafas oscuras y te llamas Shadow). Pero, seamos sinceros: el verdadero alma de la fiesta es el villano. Sin él, no hay drama, no hay riesgo, no hay esa gloriosa satisfacción de gritar “¡JA! ¡Te lo mereces, Bowser, por secuestrar a la princesa (otra vez)!”.
Los villanos han cambiado mucho desde que éramos críos: pasaron de ser bichos pixelados con malas intenciones a tener más profundidad emocional que muchos de nosotros en terapia. Acompáñame en este recorrido nostálgico-absurdo por la evolución del mal en los videojuegos.
Aquí no había espacio para las sutilezas. Si eras villano, hacías una de estas tres cosas: Secuestrabas a alguien (preferiblemente una princesa), te reías muy fuerte o tenías un bigote sospechoso.
Bowser era el rey indiscutible. Literalmente, porque era el Rey Koopa. Un dragón-tortuga-dinosaurio que claramente necesitaba Tinder porque se pasaba la vida raptando a Peach. ¿Motivaciones? ¿Traumas infantiles? No, amigo. Aquí todo era simple: tú eras el bueno, él era el malo. A dar brincos y a rescatar.
Otros ilustres de esta época:
Dr. Robotnik, que quería convertir animalitos en máquinas (muy ecológico todo).
Ganon, que robaba la Trifuerza como quien se lleva papel higiénico en pandemia.
M. Bison, que básicamente existía para pegarte muy fuerte al final.
Entonces llegó Sephiroth y, con él, los malos que necesitaban terapia.
Este señor no solo tenía un diseño que haría llorar de envidia a cualquier elfo gótico, sino que además cargaba con un complejo de Edipo alienígena, un trauma profesional por su trabajo como experimento y una espada más larga que la intro de Kingdom Hearts.
No querías derrotarlo, querías darle un abrazo (y quizá una pastilla para los delirios de grandeza).
A partir de aquí, el villano dejó de ser una “maldad encarnada” y se convirtió en un personaje con historia, motivaciones y a veces… ¡razones que casi te convencen!
Otros colegas de esta época:
Liquid Snake, que básicamente tenía Daddy Issues con más músculo.
Kefka, el payaso psicótico que, si lo piensas, era el Joker pero con más magia y menos filtro.
GLaDOS, que logró ser cruel, graciosa y escalofriante sin tener cuerpo humano. Todo un logro.
Y un día, te encontraste jugando y pensando “... Oye, pero Dutch Van Der Linde tiene razón. La civilización sí que apesta.". Y entonces, supiste que los villanos ya no eran los de antes.
Ahora, el malo podía ser un ex-amigo, un líder carismático, o incluso tú mismo, si tomabas decisiones chungas. La línea entre héroe y villano se volvió tan fina como una barra de vida en modo experto.
Ejemplos de esta época:
Handsome Jack, que era un psicópata, sí… pero ¡qué bien hablaba!
Ardyn, que parecía el tío borracho de una boda… hasta que te lanzaba una maldición.
Edelgard, que te hacía cuestionarte todo si eras fan de Fire Emblem: “¿Estoy con ella o contra ella? ¿Soy el malo ahora?”
Y justo cuando creíamos que ya lo habíamos visto todo… Bowser volvió. Pero esta vez, cantando. Con balada al piano en la película de Mario (de la que, por cierto, hablamos aquí).
Fue entonces cuando descubrimos algo: los villanos clásicos nunca se fueron, solo evolucionaron. Ahora tienen más carisma, más diseño, más merchandising.
Y, sí, a veces vuelven al rol de "el malo porque sí", pero lo hacen con humor, ironía y un poquito de nostalgia.
¿Prefieres al malo malísimo que solo quiere destruir el mundo, o al que te hace dudar de tus convicciones? ¿Te van los Bowser o los Sephiroth? (Esta pregunta podría sustituir a la de "¿tortilla con cebolla o sin cebolla?").
No dudes en dejarme tu opinión en cualquiera de las redes sociales de Palabra de friki (como siempre, tenéis los enlaces al final del post, en el apartado "Sobre el autor"). Y si algún día escribo mi propio juego, prometo poner un villano con nombre épico y un plan absurdo: como destruir el universo con una tostadora mágica.
Soy escritor y pokemaníaco. Publiqué mi primera novela en 2016 y, desde entonces, he estado dando vueltas por toda España, yendo de feria en feria, para hacer como Francisco Umbral y hablar de mi libro. Además de la literatura, también me apasiona el cine, las series y los videojuegos. Por ese motivo, decidí crear Palabra de Friki, un medio de entretenimiento donde hablar de todas estas cosas. ¡Sígueme en las redes para no perderte nada!